Una mujer

Una mujer

By Andrea Guerrero

Vivíamos en un rancho lejos de la ciudad. De lunes a viernes mi madre se levantaba a las cuatro para entrar al trabajo a las siete. Nos despertaba a mis hermanos y a mí, preparaba el desayuno y nos dejaba con los abuelos. Luego, íbamos a la escuela. A la tarde, se ponía a cocinar. Limpiaba trastes y lavaba ropa. Los sábados no eran día de descanso. Mi madre nos tenía plantando vegetales, recogiendo huevos, ordeñando las vacas y las cabras. Al salir de misa los domingos nos llevaba a las tiendas. Esto hizo por años y ella, mi heroína, nunca se quejó.