La tradición de las librerías hispanas de Nueva York

By Juan Carlos Rosales Meza

Considerada por casi dos siglos como el principal centro de encuentro cultural del mundo, no es sorpresa que la ciudad de Nueva York haya ofrecido y continúe ofreciendo pequeñas ventanas que den vista a la inmensidad y diversidad de nuestro mundo, y que en esencia han moldeado el carácter de sus ciudadanos. Conformada por numerosas minorías, entre las que destaca la hispanohablante, la ciudad ha estado nutriéndose de sus aportes culturales por siglos. Desde la llegada de las primeras comunidades cubanas y españolas, a finales del siglo XIX, la población hispana no ha cesado de aumentar hasta llegar a representar hoy en día más de un cuarto de la población total de la ciudad. Con esta, también se han instalado sus costumbres, lengua, artes y, por supuesto, su literatura. Con el fin de satisfacer la necesidad lectora de la pujante comunidad hispana, han sido numerosas las librerías en español que han abierto sus puertas a lo largo del siglo pasado hasta el presente. Con rendimientos exitosos, muchas de estas librerías han sido de renombre internacional, volviéndose referentes al nivel de grandes librerías de capitales literarias como Buenos Aires y Madrid. Estos establecimientos no solo se desarrollaron con propósitos lucrativos, sino que han ofrecido espacios para el encuentro cultural y académico de la comunidad, en las más diversas e innovadoras actividades literarias y pedagógicas. Desafortunadamente, durante las últimas décadas, debido al desenfrenado aumento de precio de las rentas y la desequilibrada competencia con las ventas por internet, muchas librerías se han visto en la obligación de cerrar sus puertas para vender sus inventarios o unirse a la competencia digital.

Con el acelerado aumento de la población hispana durante la primera mitad del siglo XX, principalmente puertorriqueña, también aumenta la demanda de productos, servicios y actividades culturales para la comunidad. En respuesta, en 1940 abre sus puertas Las Américas; primera librería completamente en español en la ciudad, que da inicio a una tradición rica y resistente que perdura hasta la actualidad. Paulatinamente, y como efecto en cadena, importantes librerías abren sus puertas en Manhattan, llegando a contarse en la década de los setenta hasta cinco librerías en español tan solo en la calle 14 –también conocida en ese entonces como “Little Spain” por la mayoritaria presencia de habitantes españoles y latinoamericanos en sus alrededores. Más tarde, debido al alza de precios de las rentas, la comunidad latina comienza a desplazarse hacia el alto Manhattan y demás boroughs de la ciudad, lo cual impacta a su vez en la dinámica geográfica de las librerías. Durante los años ochenta y noventa, nuevos locales abren sus puertas en East Harlem y Washington Heights; mientras tanto, las librerías clásicas de la calle 14 comienzan a bajar sus ventas y muchas quiebran por la poca demanda en la zona. Pero no es sino hasta el nuevo siglo que la rentabilidad de las librerías en la ciudad se ve forzosamente comprometida. Los precios de los alquileres llegan a niveles exorbitantes y la demanda comienza a disminuir debido a que los lectores prefieren adentrarse en el mundo electrónico ofrecido por grandes empresas como Amazon y Barnes & Noble y sus libros digitales. En consecuencia, la gran mayoría de librerías en la ciudad son forzadas a cerrar sus puertas por no poder pagar los alquileres. Sin embargo, como símbolo de resistencia, en la actualidad aún podemos disfrutar de algunas librerías bilingües, y de la última librería completamente en español de la ciudad: El Barco de Papel.

  1. Librerías cerradas
  • Las Américas. Propiedad del italiano Gaetano Massa, abrió sus puertas en 1940 en el East Village, específicamente en la calle 13. Se inauguró como librería y, a su vez, como editorial bajo el nombre de Las Américas Publishing Co., la primera editorial en español de los Estados Unidos, la cual durante sus treinta años de funcionamiento lanzó más de 500 publicaciones. El catálogo de la librería se destacaba por sus ensayos sobre la literatura española e hispanoamericana, además de obras de literatura clásica y contemporánea en la que se podían encontrar prácticamente todos los trabajos de la Generación del 98 y la del 27. Gracias a su éxito, Massa decidió contratar a su asistente Pedro Yanes, un periodista cubano que jugó un papel indispensable en la organización de actividades culturales que, con el tiempo, le otorgaron a la librería la condición de centro de encuentro cultural. Así, se ha descrito a la librería como “lugar de encuentro del mundo hispánico neoyorquino: profesores, estudiantes y escritores tenían continuas tertulias en la planta de arriba de la céntrica biblioteca” (González 1). A principios de los años sesenta se mudó la librería al 152 23rd St., también en el East Village. Finalmente, en 1970, Massa decidió regresar a Italia, poniendo fin a la editorial y vendiendo la librería al editor español Germán Sánchez Ruipérez. Este, a pesar de haber estado viviendo en España, mudó la librería a un edificio de su propiedad en Union Square, y la dirigió por nueve años bajo la administración y supervisión de Pedro Yanes, quien en 1979 terminó comprándosela al español. En 1984, debido a un aumento en la renta por parte del español, Yanes decidió cerrar las puertas de Las Américas y vendió su inventario que rondaba los 600.000 ejemplares, para así dar paso a un McDonald’s que ocupó su lugar.
  • Librería de Eliseo Torres. Lleva el nombre de un gallego que huyó de la postguerra española y se instaló en Nueva York en 1940, donde inicialmente abrió su librería en el 800 E 152th St. del Bronx. Durante la siguiente década, sirvió como intermediario entre los departamentos de idiomas modernos y estudios hispanos de las diferentes universidades locales y las distribuidoras extranjeras. Fue tanto su éxito que se encontró con la necesidad de comprar un edificio para almacenar el gran inventario que en poco tiempo logró acumular. Así, el edificio 1164 Garrison Ave del Bronx pasó a ser de su propiedad. Cuatro plantas cubiertas por ladrillos fueron poco a poco ocupadas por cientos de miles de libros que fue comprando de inventarios de librerías quebradas, que en su mayoría operaban en el “Little Spain”, y de las que destacó la colosal colección de la librería Las Américas. Llegó a ser catalogado como el librero con la mejor dotación de libros españoles y latinoamericanos, especializado en poesía, novelas y ensayos suramericanos y de españoles exiliados en países de dicha región. De renombre internacional, fue visitado por reconocidos escritores como Carlos Fuentes. De hecho, se dice que fue ficha neurálgica para el boom latinoamericano gracias a la divulgación que realizó sobre estas obras en la ciudad. Después de su muerte a principios de los años noventa, su esposa negoció la venta de la colección gigantesca con el también librero español Abelardo Linares, quien en 1995 trasladó los más de un millón de títulos a su librería –Renacimiento– ubicada en las afueras de Sevilla.
  • Lectorum. Nació en 1962 en la calle 14 en Greenwich Village después de numerosas mudanzas que iniciaron cuando sus dueños Gerome y Nora Gutiérrez, una familia argentina, comenzaron a importar libros desde Buenos Aires para la venta desde su apartamento en la calle 116 un par de años previos. En 1971 vendieron la librería a William Mlawer y Michael Shimkin, miembros ejecutivos de la editorial neoyorquina Simon & Schuster, quienes ampliaron el catálogo incluyendo libros de textos para ser distribuidos en las escuelas bilingües. En 1990, con la colaboración de la editorial Simon & Schuster iniciaron con la publicación de libros para niños. Finalmente, en 1996, la librería pasó a ser propiedad de la compañía editora Scholastic Inc. En manos de esta empresa, llegó a publicar hasta quince libros al año, y su inventario se engrosó con obras traducidas del inglés, especialmente de autores estadounidenses, además de poesía, novelas y obras de teatro de autores españoles e hispanoamericanos. Funcionó como centro cultural para la comunidad, hospedando tertulias de escritores famosos, entre los que destaca Isabel Allende. Sin embargo, a pesar de su gran éxito y de representar un ícono de la cultura hispana en la ciudad, Lectorum cerró sus puertas en 2007 debido a un alza en los precios de la renta del local, que irónicamente pertenece a los hijos de los Gutiérrez, fundadores de la librería. Una vez cerrada, representantes de Scholastic Inc. revelaron que la librería representaba tan solo el 10% de los ingresos anuales, y que el 90% restante provenía de la distribución de libros a escuelas, universidades y otras librerías. Agregaron que, una vez que la calle 14 dejó de ser un barrio hispano, las ventas se desplomaron por lo que se les hacía más rentable vender por internet que mantener la librería en funcionamiento. Actualmente, Lectorum posee su propia pagina web –librerialectorum.com– en la que ofrece su inventario completamente en español. Además, Scholastic Inc. presta sus oficinas para continuar las tertulias con autores hispanos en sus oficinas ubicadas en SoHo. No obstante, para los antiguos clientes de Lectorum esto no es suficiente, Eduardo Vega afirma que “It’s more important as a presence rather than a resource… It’s is more like a cultural icon –like a statue– that reminds us of who we are” (Rich par. 2).
  • Macondo. Otra de las icónicas librerías en español de la calle 14. Fue inaugurada en 1972, específicamente en el 221 W, en presencia de Gabriel García Márquez, a quien le debió su nombre, ya que fue inspirado en el pueblo ficticio de su obra Cien años de soledad. Su dueño Jorge Muñoz, también colombiano, ofrecía sus instalaciones donde se realizaban presentaciones de libros y celebraciones literarias. Cerró sus puertas por orden judicial al no poder pagar su renta en el 2007, mismo año y día que también lo hizo su vecina, la librería Lectorum.
  • Calíope. Fundada por el dominicano César González en 1997 en el alto Manhattan, se convirtió en el centro de la literatura dominicana en la ciudad gracias a su amplio catálogo de obras principalmente de escritores dominicanos. Sin embargo, fueron los textos de superación personal los que conformaron las listas de los más vendidos. Su mercancía era importada desde la República Dominicana, en la que se incluían pedidos especiales de sus clientes. Sirvió como punto de encuentro cultural y literario en el que los jueves eran dedicados a tertulias, conferencias, debates, conciertos, publicaciones, obras teatrales, entre otras actividades para la comunidad. Desafortunadamente, en el 2011, a pesar de esfuerzos hechos por la comunidad para recaudar fondos, González se vio forzado a cerrar después de haber sido desalojado por no poder pagar el alquiler. Después del cierre de Calíope, González continuó vendiendo libros de autoayuda en un puesto ambulante justo en frente del local en el que por catorce años tuvo la dicha de ofrecer una morada para el encuentro cultural de los neoyorquinos. Tristemente, González asegura que “A Calíope se la comieron los impuestos y la falta de lectores” (Sosa par.9).
  • Librería Continental. Vio la luz a principios de los años ochenta en el 628 W 207th St. del alto Manhattan gracias a su dueño Idelfonso López, un colombiano que aseguraba tener buena clientela. Con un catálogo especializado en metafísica, superación personal, religión, y literatura e historia dominicana, en el local también se ofrecían charlas sobre gnosis y esoterismo dos veces a la semana. Además, en su amplia gama de productos también se vendía desde periódicos, revistas y diccionarios, hasta incienso y aceites con aroma para la meditación y para calmar el estrés. También, pero con menos frecuencia, se prestaban sus instalaciones para presentaciones de libros sin ningún cobro alguno. En el 2012 se convirtió en la última librería exclusivamente en español en cerrar en Manhattan, una vez más por el alza de precios en los alquileres. Amarilis Bodden, antigua cliente de la librería sugiere que “Estos negocios que son fuente de cultura deberían ayudarlos a que permanezcan en la comunidad. Es una lástima que cierren una librería que lleva más de 30 años en este barrio y que servía de centro de reuniones para los amantes del libro” (Acosta par. 13).
  • La Casa Azul. Después de iniciarse vendiendo libros por encargo, Aurora Anaya-Cerda abrió su página web de venta de libros en el 2008. Más adelante, gracias a su trabajo, la ayuda de la comunidad y un donador muy generoso abrió la librería bilingüe La Casa Azul en el 143 E 103th St. del East Harlem. Con un colorido diseño inspirado en las pinturas de Frida Kahlo, la librería brindaba también una cafetería y una galería de arte. Durante sus tres años de funcionamiento ofreció más de 600 eventos, entre ellos lecturas, talleres, exhibiciones, visitas escolares, etc.; hasta que por causas no muy claras cerró sus puertas en el 2015.
  1. Librerías abiertas
  • Barco de Papel. Después de trabajar por varios años en la librería Lectorum, Román Caraballo inauguró su librería en el 2003, específicamente en el 4003 de la calle 80 en Queens, a tan solo unos pasos de la avenida Roosevelt, uno de los principales centros de encuentro de la comunidad latina en la ciudad. Pionero en vender libros en la calle, ahorró por años para poder abrir su propia librería. Inició con literatura para niños para luego completar su inventario con libros para todas las edades, en el que los típicos libros más vendidos tienen poca presencia, y en cambio, el cubano dice disfrutar de las rarezas. Gran parte de su repertorio está formado por libros raros, antiguos, literatura clásica y del boom latinoamericano, que van desde la época medieval hasta la contemporánea. Entre su catálogo dispone de una amplia oferta de autores hispanoamericanos, y en menor medida de autores españoles. Al igual que todas las librerías en español que han existido en la ciudad, Barco de Papel ha dado lugar a charlas, lecturas con autores, recitales musicales, y demás actividades para la comunidad. En la actualidad es la única librería completamente en español que aún permanece abierta en la ciudad.
  • Word Up. Librería comunitaria sin fines de lucro que abre en el 2011. Está ubicada en la esquina de la avenida Amsterdam y la calle 165 en Washington Heights. Ofrece libros en inglés y español, principalmente de autores dominicanos.
  • McNally Jackson. Se trata de una librería en inglés con una sección en español dirigida por el uruguayo Javier Molea. Está ubicada en SoHo, exactamente en la 52 Prince St. Su catálogo en español consta en un 99% de libros escritos originalmente en español, y 50% de estos son importados exclusivamente desde Hispanoamérica y España. Desde su apertura en el 2004, la librería ha brindado un sinnúmero de actividades como talleres, club de libros, presentaciones musicales, y hasta casamientos de escritores. Además, ha dado lugar a numerosos eventos que han atraído a reconocidos escritores, entre ellos Enrique Vila-Matas y Valeria Luiselli. Una editorial, DíazGrey Editores, cuyos título se consiguen allí, está especializada en poesía bilingüe. E incluso ha surgido, también, una comunidad literaria liderada por un grupo de profesores que ofrecen talleres y seminarios literarios, a la cual han apodado la “universidad desconocida”. A través de su página web –www.mcnallyjackson.com– se pueden ordenar libros con envíos a domicilio.
  • Mil Mundos. La más reciente de las librerías que ofrecen títulos en español. Abierta en el 2019 en la 323 Linden St. de Bushwick, es una librería bilingüe formada por Maria Herron, hija de padres cubanos comprometida a luchar en contra de la gentrificación en su barrio. Con esta intención decidió emprender su aventura como librera, ofreciendo un 50% de sus libros en español y enfocados en su totalidad a visibilizar los problemas que enfrentan las comunidades latinas y afrodescendientes a través de géneros como la política, cultura y ciencia ficción. La librería ofrece envíos a domicilio y clases privadas en español.

A pesar del vertiginoso aumento de la población hispana en la ciudad de Nueva York durante el último siglo, la tradición de librerías en español ha mostrado una clara tendencia a disminuir su presencia. Sin duda alguna, el exagerado precio de los alquileres y la fuerte competencia con la venta de libros en línea son las principales causas del cierre de las librerías. Acaso debido a las nuevas tecnologías, nos hemos ido adaptando al mundo digital que hoy ofrece un sinnúmero de recursos y ha transformado nuestra forma de acceder a productos y servicios, y aquellos relacionados con la literatura no son la excepción. Por esta razón, cada vez se dificulta aún más mantener una librería funcionando en Manhattan. Hoy en día, McNally Jackson es el único establecimiento que ofrece libros en español en Manhattan, únicamente porque se trata de una librería en inglés en la que la demanda de libros en ambos idiomas puede significar una ganancia suficiente para permanecer abierta. Afortunadamente, y aunque la variedad es menor que en décadas pasadas, la ciudad todavía ofrece opciones para casi todas las comunidades hispanas dispersas en los diferentes boroughs, con McNally en el bajo Manhattan, Word Up en el alto Manhattan, Barco de Papel en Queens y Mil Mundos en Brooklyn; continuando con la tradición y ofreciendo sus espacios como centros de encuentro cultural. Finalmente, con las nuevas generaciones de lectores y libreros notamos un cambio en los intereses literarios. Con una creciente presencia de títulos de géneros literarios más globalizados y ligados a la cultura estadounidense, y libros de superación personal, las librerías en Nueva York se han ido adaptando a las necesidades de su nuevo público multicultural y menos identificado con, por ejemplo, las obras clásicas de Lope de Vega. Para bien o para mal, una realidad latente que podría significar el futuro final de la tradición de las librerías hispanas, o acaso sea, simplemente, un fenómeno más en la evolución de la misma.

Agradecimientos

Este ensayo es el resultado de una investigación realizada bajo la supervisión de la profesora Francisca Suárez-Coalla, gracias al apoyo de la BMCC Foundation Fund (BFF) recibida durante el semestre de primavera del 2021.

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